lunes, 10 de septiembre de 2012

Sin entrar en detalles.


Pretendía plasmar fragmentos de un artículo publicado ayer en el diario EL PAIS de César Molina sobre la forma en la que se ha hecho política en España desde la Transición y cómo ha desembocado en la actual situación de crisis cuando, antes de publicarlo, he buscado un poco sobre este señor y la primera búsqueda que me ha aparecido ha sido un artículo titulado “Desmontando a César Molina y su teoría de la clase política española en el que su autor, Javier Parra, lo discunte en numerosos puntos. Mientras yo me he quedado con el mensaje general del texto, Javier Parra analiza puntos más precisos que no he tenido en cuenta. Por ejemplo se preocupa de que César Molina se refiera a los políticos como una clase, que generalice a todos los políticos metiendo en un único caso a todos y acusándoles a la vez de ser los responsables de la desastrosa situación del país y que utilice al Rey como ejemplo a seguir. Finalmente, critica que el cambio a un sistema electoral mayoritario perjudicaria a los minoritarios. Estoy de acuerdo con Javier Parra en que no todos los políticos son iguales, que los responsables de todo esto son los del PP y el PSOE, como mínimo, que citar al Rey en el artículo sobraba a mi parecer y que todos los partidos políticos deben tener las mismas oportunidades. Pero como he dicho me he quedado con el mensaje general pensando siempre en los políticos que nos han gobernado y gobiernan, sin llegar a entender cuál puede ser la mejor solución legal, sino que solo se me ocurre que lo mejor es ponerlos a trabajar de peones en las carreteras y edificios que han quedado paralizados hasta que devolvieran en litros de sudor todos los millones de euros que han malgastado y se han guardado.

Estos son los enlaces de cada artículo:
http://politica.elpais.com/politica/2012/09/08/actualidad/1347129185_745267.html
http://www.larepublica.es/2012/09/desmontando-a-cesar-molinas-y-su-teoria-de-la-clase-politica-espanola/ 

Aún a pesar de las discrepancias surgidas con el artículo de César Molina, muestro parte de él.

Se plantea y responde a las siguientes preguntas:

1-      “¿Cómo es posible que, tras cinco años de iniciada la crisis, ningún partido político tenga un diagnóstico coherente de lo que se está pasando a España?
2-      ¿Cómo es posible que ningún partido político tenga una estrategia o un plan a largo plazo creíble para sacar a España de la crisis? ¿Cómo es posible que la clase política española parezca genéticamnte incapaz de planificar?
3-      ¿Cómo es posible que la clase política española sea incapaz de ser ejemplar? ¿Cómo es posible que nadie […] haya pedido disculpas?
4-      ¿Cómo es posible que la estrategia de futuro más obvia para España –la mejora de la educación, el fomento de la innovación, el desarrollo y el emprendimiento y el apoyo a la investigación- sea no ya ignorada, sino masacrada con recortes por los partidos políticos mayoritarios?”

LA HISTORIA

Considera que la actual clase políltica se asemeja al monstruo de Frankenstein, al que se le implantó el cerebro equivocado. “Cuatro imponderables propiciaron la gestación del monstruo.

En primer lugar, el sistema electoral proporcional, con listas cerradas y bloqueadas, ha creado una clase polítca profesional muy distinta de la que protagonizó la Transición. […] Este sistema ha terminado por convertir a los partidos en estancias cerradas llenas de gente en las que, a pesar de lo cargado de la atmósfera, nadie se atreve a abrir las ventanas. No pasa el aire, no fluyen las ideas, y casi nadie en la habitación tiene un conocimiento personal directo de la sociedad civil o de la economía real. La política y sus aledaños se han convertido en un modus vivendi que alterna cargos oficiales con enchufes en empresas, fundaciones y organismos públicos y, también, con canonjías en empresas privadas reguladas que dependen del BOE para prosperar.

En segundo lugar, […] el Estado de las autonomías inicialmente previsto, que presumía una descentralización controlada de “arriba abajo”, se vio rápidamente desbordado por un movimiento de “abajo arriba” liderado por élites locales que, al grito de “¡no vamos a ser menos!”, acabó imponiendo la versión de café para todos del Estado autonómico.

[…] A partir de una Administración hipertrofiada, la nueva clase política se había asegurado un sistema de captura de rentas –es decir, un sistema que no crea riqueza nueva, sino que se apodera de la ya creada por otros- por cuyas alcantarillas circulaba la financianción de los partidos.

En tercer lugar, […]. El poder dento de los partidos políticos se descentralizó a un ritmo todavía más rápido que las Administraciones públicas. […] se aceleró la descentralización del control y la supervisión de las Cajas de Ahorro. Las comunidades autónomas se apresuraron a aprobar sus propias leyes de Cajas y, una vez asegurado su control, poblaron los consejos de administración y cargos directivos con políticos, sindicalistas, amigos y compinches. […] Las Cajas tuteladas por los Gobiernos autonómicos hicieron proliferar empresas, organismos y fundaciones filiales, en muchas ocasiones sin objetivos claros aparte del de generar más dietas y más nóminas.

Y, en cuarto lugar, […] la clase política española se ha dedicado a colonizar ámbitos que no son propios de la política como […] el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, el Banco de España, la CNMV, los reguladores sectoriales de energía y telecomunicaciones, la Comisión de la Competencia… La politización a la que han sido sometidos ha terminado con su independencia, provocando una profunda deslegitimización de estas instituciones y un severo deterioro de nuestro sistema político. Al tiempo que invadía ámbitos ajenos, la política española abandonaba el ámbito que le es propio: el Parlamento. […]La quibra de Bankia es sólo el último de una larga serie de casos que el Congreso de los Diputados ha decidido tratar como si fuesen catástrofes naturales […] en el que aunque haya víctimas no hay responsables.

LAS BURBUJAS

[…] Nadie dentro del sistema pone en cuestión los mecanismos de capturas de rentas que constituyen el interés particular de la case política española.

[…] En España la clase política ha inflado la burbuja inmobiliaria por acción directa, no por omisión ni por olvido. Los planes urbanísticos se fraguan en complejas y opacas negociaciones  de las que, además de nuevas construcciones, surgen la financiación de los partidos políticos y numerosas fortunas personales, tanto entre los recalificados como entre los recalificadores […]

Recordemos la burbuja de las energías renovables. España representa el 2% del PIB mundial y está pagando el 15% del total global de primas a las energías renovables […] Para financiar las primas, las empresas y familias españolas pagan la electricidad más cara de Europa, lo que supone una grave merma de competitividad para nuestra economía […]

La última burbuja […] es la formada por las innumerables infraestructuras innecesarias construidas en las últimas dos décadas a costes astronómicos para beneficio de constructores y perjuicio de contribuyentes. Uno de los casos más chirriantes es el de las autopistas radiales de Madrid. […] Los constructores cobraron de las concesionarias por construir las autopistas y, al constatarse que no había tráfico, amenazaron con dejarlas quebrar. Los principales acreedores eran ¡oh sorpresa! las Cajas de Ahorro. Los más de 3.000 millones de deuda nadie sabe cómo pagarlos y acabarán recayendo sobre el contribuyente.

LA TEORÍA

La clase política española no solo se ha constituido en un grupo de interés particular […] sino que ha dado un paso más, consolidándose como una élite extractiva […] que se caracteriza por:

“Tener un sistema de captura de rentas que permite, sin crear riqueza nueva, detraer rentas de la mayoría de la población en beneficio propio. Tener el poder suficiente para impedir un sistema institucional […] que distribuya el poder político y económico de maner amplia, que respete el Estado de derecho y las reglas del mercado libre. Abominar la destrucción creativa, que caracteriza al capitalismo más dinámico.”

César Molinas encuentra las respuestas a las cuatro preguntas iniciales:

1-     “Han sido sus mecanismos de captura de rentas los que la han provocado y eso, claro está, no lo pueden decir. La clase polñitica española tiene que defender, como está haciendo de manera unánime, que la crisis es un acto de Dios, algo que viene de fuera, imprevisible por natrualreza y ante lo cual solo cabe la resignación.
2-      La clase política española, como élite extractiva, no puede tener otra estrategia de salida de la crisis distinta a la de esperar que escampe la tormenta. Cualquier plan a largo plazo, para ser creíble, tiene que incluir el desmantelamiento de los mecanismos de captura de rentas de los que se beneficia. Y esto no se plantea.
3-      Nadie acostumbra a pedir perdón por defender su interés particular. No lo hicieron los controladores y no lo harán nuestros políticos.
4-      Tal y como establece la teoría de las élites extractivas, los partidos políticos españoles comparten un gran desprecio por la educación, una fuerte animadversión por la innovación y el emprendimiento y una hostilidad total hacia la ciencia y la investigación. Las estridentes peleas sobre la Educación para la Ciudadanía contrastan con el espeso silencio sobre los problemas relevantes de nuestro sistema educativo. La innovación y el emprendimiento languidecen en el marco de regulaciones disuasorias y fiscalidades punitivas. Y el gasto en investigación científica es concebido como suntuario y recortado con saña a las primeras de cambio.

LA PREDICCIÓN

[…] Hacen falta reformas en profundidad que están aún inéditas y que reducirán las principales fuentes de rentas capturadas por la clase política. Por otra parte, para volver a crecer, la economía española tiene que ganar competitividad. Las reformas necesarias para que eso ocurra dificultarán la generación de nuevas burbujas.

[…] Deliberadamente, el Gobierno confunde reformas con recortes y subidas de impuestos y ofrece los segundos en vez de las primeras, con la esperanza de que la tempestad amaine por sí misma y, al final, no haya que cambiar nada esencial. Como eso no va a ocurrir, en algún momento la clase política española se tendrá que plantear el dilema de aplicar las reformas en serio o abandonar el euro. Y esto, creo yo, ocurrirá más pronto que tarde.

[…] Yo veo probable que en los dos partidos mayoritarios españoles crezca muy deprisa el sentimiento “pro peseta”. La confusión inducida entre recortes y reformas tiene la consecuencia perversa de que la población no percibe las ventajas a largo plazo de las reformas y sí experimenta el dolor a corto plazo de los recortes que, invariablemente, se presentan como una imposición extranjera. De este modo se crea el caldo de cultivo necesario para, cuando las circunstancias sean propicias, presentar una salida del euro como una defensa de la soberanía nacional ante la agresión exterior que impone recortes insufribles al Estado de bienestar […]

Una salida del euro […] sería desastrosa para España. Implicaría […] no solo una vuelta a la España de los 50 en lo económico, sino un retorno al caciquismo y a la corrupción en lo político y en lo social que llevaría a fechas muy anteriores y que superaría con mucho a la situación actual, que ya es muy mala.

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