jueves, 17 de junio de 2010

Lo que sí es importante.

Cuando la naturaleza se manifiesta de tal forma que no nos deja volar nos escandalizamos, protestamos, hacemos balances sobre el impacto que tiene sobre la economía, que nos fastidia nuestras vacaciones, y demás. Pero cuando ocurre un desastre con mucho mayor efecto ecológico, y a la larga económico, como es el vertido de toneladas de petróleo en el océano ya no cunde tanto el pánico. Creo que se piensa que es algo ajeno y que no nos va a afectar, está muy lejos. Tal vez lo sufran las zonas costeras más próximas. Y lo digo porque realmente se siente así. En el caso del volcán, notaba que la gente tenía miedo, aquellas personas con problemas respiratorios temían por su salud, era una amenaza que avanzaba hacia nosotros y no había forma de detenerla. Con el vertido de petróleo parece que no hay tanto peligro, o eso es lo que pensamos o nos hacen pensar.

domingo, 13 de junio de 2010

El agua del grifo al desagüe.

Ahora es normal que todos bebamos agua embotellada. Es raro encontrar gente de grandes localidades que beba agua del grifo, por lo menos de la zona en la que vivo, en L’Horta Sud de Valencia.

Recuerdo que hace unos diez, quince años, cuando aún bebía agua del grifo ya se empezó a comprar de vez en cuando agua embotellada, y la verdad es que el mal sabor del agua se notaba. Poco a poco hemos optado por beber agua de otras partes de España y dejar la que se nos suministra para lavar los platos, ducharnos y regar las plantas. Me parece que hemos llegado a un punto límite en el que ya no aceptamos el agua que disponemos a nuestro alrededor y requerimos que el agua que nos nutra venga encerrada en botellas de otras ciudades. Hemos llegado a un punto de la contaminación del agua que ha hecho imposible la recuperación de los acuíferos de donde procede. Ya no la queremos para beber, y no me extraña porque a pesar de estar tratada física y químicamente no es posible devolverle las propiedades naturales que contenía el agua en su origen.

Por una parte, el agua que ha salido por nuestros grifos ya va directamente a mezclarse con el resto de aguas residuales del resto de la localidad. Aguas que han sido vertidas a fregaderos, urinarios, bañeras y demás. Aguas que arrastran todo tipo de desechos y detergentes. En este punto el agua adquiere todo tipo de contaminantes que han de ser eliminados por las plantas potabilizadoras. Pero por otra parte, el agua que pueda proceder directamente de los acuíferos que humedecen y riegan nuestro subsuelo ya está contaminada.

El agua más pura que podamos encontrar se sitúa en las montañas, aquella que vienen del deshielo y se cuela por las grietas del terreno o surca pequeños regajos hasta que va tomando forma de grandes ríos. En el camino del agua va adquiriendo diferentes minerales y nutrientes, aquellos que va disolviendo a su paso. Poco a poco el agua va enriqueciéndose de aquello que va encontrando y lo va disolviendo todo. El problema es que no es un proceso selectivo y se incorporan tanto los minerales como nuestros desechos y contaminantes. El problema actual es que cuanto más recorrido hace el agua de una zona en concreto, más riesgo existe de adquirir más sustancias contaminantes debido a que la tierra, el subsuelo está plagado de materia orgánica en descomposición, detergentes y metales pesados. De ahí viene la sobrevaloración del agua de manantial. Por ahora es el único tipo de agua que aún puede conseguirse sin que esté muy contaminada. Pero es que esto no debería ser así. Porque qué es lo que ocurre con el agua de los acuíferos, ¿ya no la utilizamos? Irremediablemente ha de usarse para nuestro abastecimiento. Un uso de esta agua sabemos que es para nuestros grifos, y puede que hayamos optado por no usarla nada más que para las actividades domésticas. Pero esa agua se utiliza sobre todo para el riego de cultivos. Si el agua que ya está contaminada se usa para regar los campos, las plantas y frutas absorberán dicha agua incorporándose en sus tejidos que con su consumo llegará a nosotros. El problema es que frutas y verduras no retienen únicamente el agua, sino todas las sales y compuestos que puedan contener. Las plantas tienen sus mecanismos de excreción de sales cuando tienen un exceso, pero no todas, y menos las cultivables, están adaptadas para eliminar metales disueltos como el mercurio o el plomo. Así entendemos que lo que han absorbido nuestros alimentos básicos como frutas y verduras lo incorporaremos nosotros también, y sin la posibilidad de excretarlos completamente y acumulándose en nuestro organismo. Pero no quiero hacer boicot a las verduras, porque el ganado no bebe agua de manantial embotellada. También se les suministra el agua potable que nosotros usamos para llenar la cisterna y para lavar los platos.