viernes, 2 de noviembre de 2012

La educación que nos trajo... aquí.

No sé muy bien a razón de qué (posiblemente por el continuo bombardeo de malas noticias o por la conversación con unos amigos sobre la educación actual) escribí sobre la educación que daría a mis hijos, en caso de que les haga el mal favor al tenerlos. Llevado por la rabia de ese momento creí en fomentar en ellos el egoísmo, la capacidad de negar sus errores, mentir para su beneficio y la visión oportunista. Ahora, más calmado sé que no será así y que probablemente cometa el mismo error que mis padres al transmitirme valores como creer en el bien y cultivar la paz a mi alrededor con el amor, la paciencia y la generosidad. Sin embargo, creo que debería inculcar a mis hijos algo de instinto animal por la cruel supervivencia que, lamentablemente, yo no tengo. Curiosamente, hace unos días vi una escena de una película en la que un grupo de personas estaba encerrado en un ascensor a punto de descolgarse. El protagonista policía se afanaba por rescatar una a una las víctimas mientras que cada vez el cable del ascensor cedía un poco más y la cabina bajaba. Lógicamente, alguien sería la última persona en salir, si lo lograba. Pues, seguramente, esa persona sería yo. Así que no creo que yo sea la persona adecuada para educar a unos niños con el fin que se desenvuelvan en una sociedad que hemos construido nosotros, sus padres.

Cuando nuestros hijos sean mayores y comprendan en qué momento de la historia de España nacieron nos recriminarán por nuestras elecciones y acciones. Muchas veces presumimos, al igual que nuestros padres, de haber disfrutado de una educación mejor que la que se imparte hoy en día, y no solo me refiero en los colegios. Si la educación y la transmisión de valores definen la personalidad, qué falló en nuestra infancia para que actualmente nos encontremos donde estamos. ¿no somos nosotros, las personas de entre 25 y 40 años las que hemos ido definiendo este panorama? Estoy de acuerdo en que los gobernantes, demás políticos y otros mangantes son más mayores, pero nosotros llevamos unos años votando y tomando decisiones? ¿En nuestra educación no nos enseñaron a detectar las mentiras y a los farsantes? Por qué hemos permitido que nuestros derechos laborales se estén perdiendo; que nuestro cada vez más escaso salario sea para los bancos; que los productos básicos sean más caros; que suban y creen nuevos impuestos; que se hundan los comercios a favor de las grandes empresas. Por qué hemos permitido una sociedad para nuestros padres y abuelos en la que se les dificulta seguir aprendiendo y ser útiles; que se les deja morir por “viejos” al encarecer los medicamentos y por no hospitalizarlos cuando es económicamente desfavorable. Por qué hemos permitido que los niños se hacinen en aulas incondicionadas; que estén alejados de sus padres desde los cuatro meses de vida…

 Me siento responsable de donde hoy estamos y, aunque fui feliz durante mi infancia, me pregunto que faltó en mi educación. Qué no me enseñaron mi familia y profesores.

1 comentario:

Masunodos dijo...

Andar solos es un reflejo de tomar y dar cuando tu corazón te lo pida, asumir tus actos o errores, individualmente pensar por uno mismo aunque a los de alrededor les duela tomar decisiones, no ser manso ni desarraigado, ser una persona completa.

Mierda de educación y religiones me cago en todo. Saludos.