viernes, 2 de noviembre de 2012
La educación que nos trajo... aquí.
Cuando nuestros hijos sean mayores y comprendan en qué momento de la historia de España nacieron nos recriminarán por nuestras elecciones y acciones. Muchas veces presumimos, al igual que nuestros padres, de haber disfrutado de una educación mejor que la que se imparte hoy en día, y no solo me refiero en los colegios. Si la educación y la transmisión de valores definen la personalidad, qué falló en nuestra infancia para que actualmente nos encontremos donde estamos. ¿no somos nosotros, las personas de entre 25 y 40 años las que hemos ido definiendo este panorama? Estoy de acuerdo en que los gobernantes, demás políticos y otros mangantes son más mayores, pero nosotros llevamos unos años votando y tomando decisiones? ¿En nuestra educación no nos enseñaron a detectar las mentiras y a los farsantes? Por qué hemos permitido que nuestros derechos laborales se estén perdiendo; que nuestro cada vez más escaso salario sea para los bancos; que los productos básicos sean más caros; que suban y creen nuevos impuestos; que se hundan los comercios a favor de las grandes empresas. Por qué hemos permitido una sociedad para nuestros padres y abuelos en la que se les dificulta seguir aprendiendo y ser útiles; que se les deja morir por “viejos” al encarecer los medicamentos y por no hospitalizarlos cuando es económicamente desfavorable. Por qué hemos permitido que los niños se hacinen en aulas incondicionadas; que estén alejados de sus padres desde los cuatro meses de vida…
Me siento responsable de donde hoy estamos y, aunque fui feliz durante mi infancia, me pregunto que faltó en mi educación. Qué no me enseñaron mi familia y profesores.
jueves, 25 de octubre de 2012
El caracol que se come el arroz
martes, 9 de octubre de 2012
Ay que no llegamos a Kioto
lunes, 10 de septiembre de 2012
Sin entrar en detalles.
Estos son los enlaces de cada artículo:
http://politica.elpais.com/politica/2012/09/08/actualidad/1347129185_745267.html
http://www.larepublica.es/2012/09/desmontando-a-cesar-molinas-y-su-teoria-de-la-clase-politica-espanola/
domingo, 2 de septiembre de 2012
A la caza del lobo
jueves, 28 de junio de 2012
Frustrante Cumbre de Rio+20
domingo, 20 de mayo de 2012
La masa informada.
sábado, 14 de abril de 2012
La Justicia de J. Matas.
Cuando escuché que Jaume Matas había sido condenado a seis años de cárcel por los chanchullos considerados en el caso Palma Arena pensé que sería la excepción de que los políticos se libran de la justicia que recae sobre el resto de los ciudadanos. Al menos podríamos aferrarnos a las excepciones. Sin embargo, hace dos días le fue levantada la fianza de dos millones y medio de euros porque “ya no se dan las mismas condiciones”. A cambio de eso tendrá que presentarse cada quince días ante un juez o comisaria, no tendrá pasaporte y no podrá salir del territorio español. Además van a salir a subasta unas propiedades suyas que servían de aval para una hipoteca de 3 millones de euros que pidió al Banco de Valencia al que no aportó ninguna cantidad. El juez responsable del caso devuelve dos millones de los dos y medio de la fianza al Banco de Valencia y el resto se retiene como pago de la “responsabilidad civil”.
No logro entender nada. Primero, la noticia de la condena a la cárcel fue bastante sonada, mientras que el levantamiento de la fianza no ha generado ruido alguno. Debe ser un efecto colateral de la ley de transparencia de Rajoy. Y segundo, un político sin vergüenza, ex ministro de medio ambiente que aún me preocupa mucho más, ha hecho una serie de trapicheos que sólo sabe él; se ha embolsado tres millones de euros procedente de los ahorros de miles de valencianos; con ese dinero ha hecho y se ha comprado a saber qué con la desfachatez de pedir una hipoteca avalada con su “palecete” y otras propiedades sin devolver un euro; y el Banco de Valencia se ha esperado dos años a que Matas hiciera algún pago.
De todo esto solo puedo sacar una conclusión y ésta ya la dijo Matas en televisión: “la justicia no es igual para todos”.
miércoles, 7 de marzo de 2012
Infeliz primer aniversario.
Estamos a punto de cumplir un año desde que sucedieron dos grandes catástrofes que han dejado un gran número de víctimas humanas y una huella irreparable en el medio ambiente. En estos sucesos han intervenido el petróleo y la energía nuclear, las dos fuentes de energía más importantes de las que nos abastecemos actualmente en todo el mundo. Si la producción de la energía tiene costes humanos y ambientales considerables, la destrucción de ella, literalmente hablando, tiene repercusiones inimaginables. El 20 de abril del año pasado murieron once personas en la planta oceánica Deepwater Horizon de la petrolera BP al incendiarse. Se vertieron en las aguas del Golfo de México 4.9 millones de barriles de crudo. No existe medida alguna de cuantificar el impacto ambiental que esto ha causado, causa y estará causando.
También, hace un año, el 11 de marzo un tsunami arrasó la costa este de Japón, 15.854 almas y la central nuclear de Fukushima. Existe un radio de exclusión de 25 Km desde la central pero los habitantes que viven a más de 60 Km de allí sienten la radiación en el aire. El material radiactivo ha contaminado el agua que baña Japón, un país tradicionalmente pesquero tanto en su economía como en sus costumbres culinarias. No cabe duda que ese pescado ha sido sometido a tales radiaciones.
Estos dos sucesos adquieren una importancia simbólica de la huella dañina que va dejando nuestra actividad desenfrenada, la cual requiere de mucha energía. Después de haber colonizado prácticamente el 95% de la superficie terrestre y después de haberla alterado, transformado y contaminado en su mayor parte, ahora el ser humano necesita invadir la masa acuática para explotar sus recursos: proteínas para la alimentación (pescado, marisco, algas…), materiales preciosos (corales, perlas,oro…), energía (petróleo, gas, energía eólica…) y tal vez otros recursos más. Por decirlo de alguna forma, apenas conocemos el océano y ya lo estamos destrozando.
Cualquier recurso descubierto se convierte en un nuevo motivo de conflictos entre países para llegar el primero a la zona (ahora en el Ártico para extraer petróleo), exprimirlo, destrozar el ambiente de los alrededores y luego dejarlo todo perdido en busca de otra fuente de riquezas. Nosotros, la masa popular, estamos generalmente de acuerdo en estos “avances” de la sociedad porque da trabajo, y más ahora. Realmente da trabajo pero no nos da riqueza. Esa riqueza no es para nosotros, sino para esos a los que solemos referirnos como políticos y poderosos, pero que en verdad son unas determinadas personas, con nombres y apellidos, de carne y hueso, pero anónimas e inexistentes a nosotros. Son “estos” quienes les traen sin cuidado el equilibrio natural del planeta. “Ellos” están a salvo, o eso creen.
En unos días en los medios de comunicación rememorarán el primer aniversario de las desgracias comentadas, pero podemos estar seguros que no serán los únicos desastres que asolen tanto la humanidad como nuestro entorno, que al final y al cabo son dos factores íntimamente relacionados.
sábado, 18 de febrero de 2012
Desconfianza.
Llevo un tiempo sin añadir ninguna entrada. Realmente no ha sido por falta de temas, en concreto de los medioambientales que son los que más me interesan. Podría haberme referido en varias entradas a lo tratado y nada pactado en la Cumbre del Clima celebrada en Durban el pasado mes de diciembre. Pero esto lo puedo resumir en una frase: EEUU y China se niegan a pactar un acuerdo de reducción de gases invernaderos. También podría haber comentado que existen menos de 40.000 leones en el mundo y que están a punto de considerarse “especie en peligro de extinción”. El ser humano sigue demostrando su poder matando furtivamente a un animal a cientos de metros desde un todoterreno. Y podría haber comentado noticias del estilo, pero ninguna de ellas son fáciles de digerir y regurgitar por escrito. Noto que el periodo de crisis que estamos viviendo se está convirtiendo en un “todo vale” para que los que manejan el destino de este planeta instauren con impunidad leyes y estrategias para explotar sin restricciones los limitados recursos que hay en el mundo. Y no solo me refiero a recursos como el petróleo, el carbón, o que ensucien el agua y contaminen mares y océanos, sino que asfixien al ser humano en una continua pérdida de derechos. Derechos que hemos podido hacer uso, por ejemplo, aquellos que vivimos en España, pero que niños, mujeres y hombres de otras partes del mundo tendrán ahora menos probabilidad que nunca de adquirir ni uno solo de esos derechos que se reflejan en nuestra Constitución (aunque esta sirva para que quienes mandan se la pasen por…).